Todo en esta vida es temporal, asà que si las cosas van bien disfrútalas porque no durarán para siempre. Y si las cosas van mal no te preocupes, tampoco van a durar.
Cuenta una antigua leyenda que el rey de un lejano paÃs mandó una vez construir un hermoso anillo con el diamante más perfecto que fue capaz de encontrar QuerÃa que el anillo le ayudara en tiempos oscuros de modo que, cuando estuvo terminado, reunió a sus más fieles consejeros para pedirles un mensaje que colocar debajo del diamante. Un mensaje que le ayudara a superar la adversidad.
El rey querÃa un mensaje que le ayudase a superar los momentos más difÃciles y pudiese ayudar a sus herederos en el futuro, pero debÃa ser tan pequeño que pudiese  guardarse en el pequeño espacio entre la banda de oro y el diamante. Sus sabios consejeros dieron vueltas al problema durante dÃas y noches sin encontrar una solución satisfactoria.
El rey ya estaba desesperando cuando se acercó a él un viejo sirviente, tan viejo que habÃa servido a su padre durante años antes de servirle a él. El rey tenÃa un cariño especial a aquel hombre pues le habÃa visto crecer, de modo que le permitió hablar.
– No soy un gran sabio pero conozco el mensaje que estáis buscando. Una vez evité un accidente a un invitado de tu padre quien, en agradecimiento, me dio este mensaje – el hombre le tendió un papelito doblado – Pero no debes abrirlo hasta que sea el momento oportuno.
Por desgracia, el momento no tardó en llegar. El paÃs fue invadido, el rey perdió sus tierras y pronto se vio rodeado por sus enemigos. Cabalgaba solo, huyendo de sus perseguidores hasta que se encontró con un ancho rio que no podÃa vadear. Estaba perdido. Entonces, recordó el mensaje de su anillo. Se escondió entre unos arbustos cercanos y leyó con manos temblorosas el misterioso mensaje: “Eso también pasaráâ€
Durante unos instantes el rey quedó muy confundido con el mensaje de su anillo, incluso estuvo a punto de dudar de su utilidad pero luego sintió una inmensa paz. Con rapidez se ocultó en una pequeña cueva cerca del rio y esperó hasta que sus enemigos dejaron de buscarle. Reunió entonces a sus caballeros y se enfrentó al ejército  enemigo para recuperar su reino. Cuenta la leyenda que antes de que hubiesen transcurrido 10 años el rey consiguió reconquistar sus tierras. Se sintió tan orgulloso de sà mismo, de cómo habÃa conseguido superar las circunstancias más adversas, que decidió dar una gran fiesta.
Fue una fiesta fantástica y todo el mundo estaba muy contento, incluido el rey que no paraba de reÃr. Cuando llegaron los postres, el anciano que, en agradecimiento, estaba sentado a su derecha durante el banquete, le pidió que volviera a leer el mensaje.
– ¿Ahora? – protestó el rey – Pero ahora no estoy desesperado…
Sin embargo, como tenÃa mucho aprecio por su viejo sirviente y no querÃa contrariarle sacó el papel y lo leyó de nuevo: “Esto también pasaráâ€
Volvió a sentir entonces la misma paz que sintió la primera vez que leyó aquel mensaje y comprendió que aquel mensaje debÃa ser recordado también en tiempos de paz y felicidad.
– Recuerda que todo pasa – dijo el anciano – Ningún acontecimiento ni emoción es permanente